El 11 de marzo de 2020 la enfermedad conocida como COVID-19, provocada por un coronavirus, fue declarada pandemia por la OMS. En consecuencia, muchos países cerraron sus fronteras y tomaron medidas para evitar la propagación del virus.
Estamos en el auge de la curva epidemiológica a nivel mundial; Italia, Irán, Estados Unidos y España -a parte de China- son los países con mayor número de casos confirmados, y están sufriendo una gran demanda de suministros médicos. Y actualmente el mercado no tiene la capacidad de suministrar los materiales y equipos necesarios, recientemente Alemania levantó su restricción de exportaciones y ha enviado a Italia mascarillas.
El 18 de marzo, El Salvador confirmó su primer caso positivo de COVID-19 por medio de una conferencia de prensa ofrecida por el presidente Nayib Bukele. A esta fecha suman tres los casos positivos y hay aproximadamente 1,900 personas que están guardando cuarentena en diferentes zonas del país.
Observando el número de casos reportados en los países antes mencionados, vemos que la expansión del virus es exponencial, a una velocidad que produce el colapso de los sistemas de salud en poco tiempo, de acuerdo con la OMS: “los síntomas más comunes del COVID-19 son fiebre, cansancio y tos seca. Algunos pacientes pueden presentar dolores, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta o diarrea. Estos síntomas pueden ser leves y aparecen de forma gradual. Alrededor del 80 % de los casos se recuperan sin necesidad de un tratamiento especial”.
En contraste con lo anterior, en promedio, una de cada seis personas desarrollan una enfermedad grave y tienen dificultad para respirar. En estos casos, se utilizan técnicas y equipos para ayudar al paciente, tal es el caso de las bolsas Ambú (ver Figura 1).
Como medida de apoyo para contrarrestar esta problemática, se propuso crear un aparato para automatizar un resucitador manual para ventilar pacientes con un sistema de bajo costo -si lo comparamos con las máquinas modernas actuales-.
La base del sistema es emular una mano que presionará automáticamente la bolsa resucitadora suministrando el oxígeno al paciente.
Una placa arduino controla un motor paso a paso conectado a un tornillo sin fin que mueve un soporte curvo que simula una mano (Ver Figura 2).
El sistema permite controlar las repeticiones de bombeo de aire, así como la velocidad con la que se presiona la bolsa ambú, permitiendo simular la respiración natural de una persona (ver Figura 3).
El resultado se puede apreciar en la figura 4.
Este diseño representa una primera versión del prototipo. El objetivo es reducir la fatiga de un operario humano que brinda soporte vital a un paciente por un periodo de tiempo prolongado.
Los materiales utilizados para su construcción son:
Roles del equipo desarrollador
Óscar Picardo: Concepto
Rainer Christoph: Coordinador del Laboratorio de Nanotecnología.
Wolfgang Büscher: Diseño CAD, establecimiento de normas y parámetros de acuerdo al concepto.
Romeo Muñoz: Impresión 3D, programación de circuito, ensamblaje.
Ángel Hernández: Ensamblaje, documentación, pruebas.
Jonathan Ventura: Materiales, redacción y gestión administrativa.
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