Los sistemas de salud de algunos países vienen realizando esfuerzos desde finales del año 2019 para controlar y/o erradicar el COVID-19, diversas acciones preventivas y correctivas han sido ejecutadas, utilizando un sinfín de recursos económicos y materiales. Pero tras unos meses viviendo en la incertidumbre y el temor, es momento de iniciar a pensar: ¿qué pasará luego?
Mucho se habla de las consecuencias directas en la salud física de las personas que han sido contagiadas con el virus, pero poco o nada es la atención que se brinda a los efectos psicológicos que ha traído la pandemia.
El día 18 de marzo, en conferencia de prensa fue anunciado por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, que el COVID-19 había llegado de forma oficial al país, sin embargo, desde principios del mes de marzo, muchos salvadoreños han sido trasladados a diversos albergues, ya que han sido etiquetados como “portadores potenciales”, por ello es necesario preguntarse: ¿cuáles son las consecuencias que se generarán en la psiquis de los salvadoreños que han vivido en cuarenta?
A pesar de que nuestro país requiere medidas extremas como la cuarentena, con el fin de prevenir una propagación mayor del COVID-19, es vital que las personas que se encuentran aisladas puedan recibir una atención psicológica preventiva.
De la misma forma que se vuelve necesario tener una enfermera que evalúa los signos vitales o un médico que prepara las recetas adecuadas para cada paciente, es necesario dar una atención preventiva a nivel psicológico, en caso contrario, luego de la pandemia vendrán otras consecuencias, tales como incremento de la violencia, mantenimiento de la paranoia social y mayor tasa de suicidios. El COVID-19 ya está acá, las consecuencias en la salud mental aún pueden prevenirse.
© 2025 Todos los derechos reservados.