Director del ICTI. Máster en Educación de la Universidad de Louisville, Postgrado en Finanzas Educativas y Phd. en Didáctica y Organización Escolar.
Siempre que hay cambios de gobierno comienzan las especulaciones sobre el nuevo gabinete; particularmente en el sector educativo, en donde se tiene que administrar el presupuesto mayor del gobierno –más de 900 millones de dólares- para 6 mil 025 centros educativos, 1,425,425 estudiantes, 57 mil 261 maestros y atender una enorme cantidad de demandas administrativas y/o gremiales. Entonces, uno se pregunta: ¿Quién debe ser el Ministro?
A la fecha, después de los Acuerdos de Paz, han pasado por el despacho: el Dr. René Hernández Valiente, la Licda. Cecilia Gallardo, la Licda. Abigaíl Castro, la Licda. Evelyn Jacir de Lovo, el Ing. Rolando Marín, la Lcda. Darlyn Meza, el Prof. Salvador Sánchez Cerén, el Lic. Hato Hasbún y el Ing. Carlos Canjura. ¿Cuál fue el mejor?, o ¿quién hizo más por la educación?, son buenas preguntas; aunque la PAES está igual desde 1997…
Y hoy nos volvemos a preguntar: ¿quién puede ser el Ministro de Educación del nuevo gobierno?; si me preguntan como especialista: «¿quién puede ser ministro?», diría: aquel profesional que, en primer lugar sea ético, honesto, tenga formación pertinente, que conozca de políticas públicas educativas, que además conozca muy bien el sector y que posea las habilidades políticas para dirigir esta gran Cartera de Estado; no son muchos los candidatos que reúnen este perfil, y estos serían los nombres de mi apuesta:
Podríamos agregar a la lista –pero mejor no- otros nombres de personalidades “potentes y más veteranos” en el ámbito educativo: María Isabel Rodríguez, Joaquín Samayoa, Norma Guevara, Roberto Cuéllar, Pepe Simán, Mario Ruiz Ramírez, Delia Magaña, Agustín Fernández, Luis Gutiérrez, José Luis Guzmán, Carlos Ardón, José María Tojeira, Dina del Carmen Gamero, Reina Gladis Galdámez o Lorena de Varela; también otros más jóvenes como: Carlos Rodríguez, Pauline Martin o Zoila Recinos. Finalmente, aparece la lista post-electoral de “rumores” plausibles: Reynaldo Carballo, Dagoberto Gutiérrez y Roberto Cañas. Existen otros nombres “interesantes”, políticamente hablando o académicamente hablando, pero no reúnen el perfil requerido; podrían hacer un buen trabajo político, pero sin fundamentación educativa; o podrían tener ideas educativas claras, pero sin experiencia política para lograrlas.
Es posible que varios de estos nombres que propongo, por su reputación y prestigio, no quieran ingresar al campo político; es más, están bien dónde están y aportan mucho al país; incluso es posible que no los estén considerando por razones ideológicas, sería una lástima; pero al menos estos nombres pueden servir como “espejo” para buscar un Ministro que genere la gobernabilidad deseada y necesaria entre las demandas del sector educativo y la posible oferta fiscal.
A mí me han preguntado si yo puedo o aceptaría ser Ministro de Educación; mi respuesta es la misma desde hace años: no puedo, no quiero (estoy muy contento con mi trabajo) y no tengo el perfil para el cargo. Hay ciertos rasgos de una especie de psicopatía o anarquía académica que no es compatible para este tipo de cargos; sobre todo, porque tu jefe seguramente es menos preparado que tú.
© 2025 Todos los derechos reservados.