El infectólogo añade que «en el año 2005, en ocasión de este problema, se creó una comisión especial con representación de diversos sectores, criadores de aves, veterinarios, médicos, de todo tipo, para comenzar a prepararse».
El biólogo expresa que da seguimiento al problema desde que en un chat de WhatsApp colegas de Perú comenzaron a mencionar, en diciembre del 2022 e inicios de enero 2023, que tenían problemas con pelícanos que estaban muriendo. Es así como en su caso dio aviso a un funcionario local.
Comenta que anteriores administraciones, cuando se tuvo la amenaza de la gripe aviar, las autoridades de turno sí tomaron muy en cuenta a los biólogos especializados a la hora de conformar el comité de vigilancia, considerando que muchos de ellos, por distintos proyectos de investigación, constantemente realizan visitas a los sitios donde llegan aves migratorias y tienen conocimientos para identificar si algún ejemplar presenta problemas de salud.
Herrera expone que en El Salvador, a través de Salvanatura, durante unos once o doce años se han realizado conteos de aves acuáticas cada año, entre el 15 de enero y 15 de febrero, algo que se ha dado gracias a la cooperación de organizaciones y países amigos: sin embargo, aclara que eso es algo muy diferentes a la vigilancia.
Otro biólogo, Ricardo Pérez León, detalla que más allá de la experiencia que se ha tenido con Salvanatura, el país hasta la fecha no ha tenido un programa formal de monitoreo permanente de aves migratorias, como los tienen otras naciones desarrolladas.
Comenta que en el caso del continente americano, las aves inician la migración de Norte hacia Suramérica en agosto de cada año, al finalizar su periodo reproductivo; a este movimiento se le conoce como migración otoñal ya que ocurre al inicio del otoño del hemisferio norte. La migración de Sur a Norteamérica ocurre desde febrero hasta mayo; conocida como migración primaveral.
Según Pérez León, la vigilancia o monitoreo de aves migratorias es de suma importancia siempre, precisamente para conocimiento de enfermedades entre las especies silvestres, no solo la fiebre aviar, también llamada fiebre del Nilo.
De acuerdo con lo que externó: “Los programas de monitoreo de aves migratorias se basan en generar conocimiento respecto a las poblaciones de las especies que realizan movimientos masivos, como patos y gansos, y aves rapaces diurnas – gavilanes, halcones, águilas. Asimismo, algunas estaciones de monitoreo en Norteamérica realizan muestras de sangre y marcaje de aves, siendo esta la mejor manera de saber si las aves migratorias transportan algún virus que pueda afectar la salud humana y animales de corral, señala Pérez León.

En opinión del biólogo Herrera: “La vigilancia estricta deben hacerla ya, deben mantener observación permanente en los lugares en donde sabemos que hay altas concentraciones de aves acuáticas. ¿Cuáles son esos? La Bahía de Jiquilisco, el embalse del Cerrón Grande, la laguna de La Unión, (que) son lugares que tienen altas concentraciones de aves migratorias”, detalla.
El ornitólogo Herrera manifiesta que por el momento no ha recibido ninguna invitación oficial para formar parte del comité, tampoco ha conocido que otros de sus colegas estén formalmente en este esfuerzo, lo que sí destaca es que al problema se le debe dar más importancia, lo cual implica que las acciones para prevenir deben ser intensivas a la luz de los protocolos que ya están establecidos.
Agregó que tampoco han tenido acceso a información técnica, detallada, de parte del MARN; además, no hay nuevos registros en una plataforma a la que tienen acceso para dar reportes sobre las aves.
“Nosotros a nivel de El Salvador usamos una plataforma de observación de aves, entonces toda la gente sube los datos a esa plataforma y así vos te das cuenta de quién anduvo en el Cerrón Grande, en la laguna El Jocotal, en la Barra de Santiago viendo pájaros; y yo no he visto a ningún funcionario del Ministerio este año que haya subido listas a esta plataforma; talvés es un secreto de estado, a saber”, añade Herrera.
A su criterio las autoridades no solo deberían de aprovechar la experiencia y buena disposición que tienen los biólogos del país, sino también considerar que existen grupos de personas amantes de la observación de aves silvestres que, en el contexto de esta alerta sanitaria, pueden ser debidamente capacitadas para apoyar en la vigilancia.
“Eso no ha pasado, y estamos hablando de una población humana que sale a observar aves, más o menos seríamos unas 100 o 120 personas; tampoco somos miles, pero los pocos que somos podríamos contribuir. Estoy seguro que mucha gente, con deseo de apoyar, contribuiría en la obtención de información, sobre todo si la gente tiene claro que es una cosa que puede provocar un grave daño a la econoìa del país”, resalta.
Recientemente el especialista en aves visitó la Presa 15 de septiembre, junto con otras once personas, en el marco de uno de sus proyectos de investigación, y aunque su objetivo no era vigilar por el tema de la gripe aviar sostiene que en ese momento no visualizó ningún ejemplar enfermo, ni muerto.
El ornitólogo apunta que, “en Panamá están bien activos con redes de colecta de datos. Siento yo que de Panamá hacia el Sur están bien organizados en este asunto; no veo lo mismo en el resto de Centroamérica, quizás por las especies”, explica.
Por su parte, el biólogo Ricardo Ibarra comentó que a nivel de un chat en el que están cerca de 90 colegas, han compartido datos de la situación de la gripe aviar en otros países y hay consciencia de que se debe colaborar con esta vigilancia.
Se trató de establecer comunicación vía telefónica y por chat con especialistas del MARN para conocer detalles del rol que está jugando la institución en la vigilancia, cuántos técnicos participan, si ya están coordinados con biólogos de organizaciones ambientales y otros independientes, pero aun está pendiente la respuesta.
En los últimos días el MARN en sus cuentas de Facebook y Twitter, ha publicado algunas fotografías en donde muestran a técnicos observando el cielo con binoculares. Uno reciente, del 2 de marzo, reitera que “Mantenemos vigilancia constante en las zonas de paso de aves migratorias. Nuestros equipos técnicos y de guardarrecursos recorren diferentes puntos donde tenemos presencia de aves, de forma preventiva, ante contagios de gripe aviar en la región”.
Según explica el ornitólogo, las especies de pelícanos que dan problemas con la gripe aviar en Perú y en Ecuador son de Sudamérica, pero oviamente las especies del norte se pueden mezclar con las del sur y ahí contagiarse.
“(Las aves migratorias) Empiezan a subir de marzo hasta junio. El momento más álgido, el punto de mayor aumento de aves se va a dar entre la segunda, tercera semana de marzo y la segunda semana de junio, cuando van a ser miles y miles”, epone Herrera.